miércoles, 4 de mayo de 2011

Armas de destrucción masiva: proliferación y acción exterior de la Unión Europea

Jorge D. Mora García
















Nos encontramos ante un nuevo y peligroso periodo en que surge la posibilidad de una carrera armamentística centrada en las armas de destrucción masiva, sobre todo en Oriente Próximo, zona inestable de por sí y foco de inestabilidad e inseguridad para el resto del globo. Los progresos de las ciencias biológicas aumentarán la potencia de las armas biológicas en los próximos años; los atentados con sustancias químicas radiológicas también son una posibilidad verosímil para el conjunto de la Unión. La expansión de la tecnología de los misiles añade un nuevo elemento de inestabilidad y podría poner a España y a toda Europa en una situación de creciente riesgo. Es interés de España que la Unión aborde el protagonismo absoluto en materia de proliferación de armas de destrucción masiva con iniciativas eficaces en el marco global.



Potencialmente, la proliferación se muestra como la más grave de las amenazas para nuestra seguridad. Ciertamente, el sistema establecido por los tratados internacionales al respecto y las disposiciones sobre control de las exportaciones han frenado la extensión de estas armas y de sus sistemas de lanzamiento, los llamados vectores. La amenaza ha sido frenada; pero continúa latente.
La tradicional posesión por parte de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad del ingenio atómico fue hace largo tiempo superada, abarcando a naciones como India y Pakistán, en permanente tensión, y a otras no confirmadas pero no por ello no consideradas potencias nucleares como Israel. Por otra parte el compromiso de desarme de estas potencias brilla por su ausencia y la comunidad internacional no presiona con fuerza suficiente en este sentido, a pesar de todas las convenciones, tratados internacionales y del mero sentido común. Sólo la llegada de la Administración Obama y un nuevo clima de entendimiento con Rusia ha posibilitado recientemente un acuerdo de desarme de cierta envergadura.
La comunidad internacional contempla actualmente la entrada en un nuevo y peligroso periodo en que surge la posibilidad de una carrera armamentística centrada en las armas de destrucción masiva, sobre todo en Oriente Próximo, zona inestable de por sí y foco de inestabilidad e inseguridad para el resto del globo. Los progresos de las ciencias biológicas aumentarán sin lugar a dudas la potencia de las armas biológicas en los próximos años; los atentados con sustancias químicas radiológicas también son una posibilidad verosímil para el conjunto de la Unión. La expansión de la tecnología de los misiles añade un nuevo elemento de inestabilidad y podría poner a España y a toda Europa en una situación de creciente riesgo. Considero que no se trata de una potencialidad: claramente el riesgo es mayor día a día y las acciones tomadas a este respecto se muestran insuficientes.

La adquisición de armas de destrucción masiva por grupos terroristas constituye el escenario más temible. Esta posibilidad es reconocida como tal en la Estrategia Europea de Seguridad; aunque ciertamente no se considera probable. En cualquier caso, si se produjera, un grupo pequeño podría causar daños de una magnitud que antes sólo estaba al alcance de los Estados y de los ejércitos.
Así las cosas, se hace patente la necesidad de la articulación de una voz única europea en esta materia, en todas y cada una de las negociaciones relativas al desarme, la negociación y revisión de tratados, la no proliferación y la verificación del cumplimiento de los compromisos estipulados; voz que coordine la acción común y subsuma en si misma las diversas posturas nacionales.
Conviene recordar en todo caso que la Unión cuenta con un documento base al respecto de este particular, que forzosamente hemos de entrar a conocer. La Estrategia de la UE contra la proliferación de armas de destrucción masiva fue aprobada en Bruselas el 12 de diciembre de 2003. El documento exhorta a la Unión a utilizar todo su abanico de instrumentos y de políticas, para prevenir, desalentar, detener y, "si es posible", suprimir los programas de proliferación de armas de destrucción masiva y de misiles.
De excepcional importancia es igualmente la posibilidad de adopción de medidas coercitivas. A las medidas preventivas (tratados multilaterales y regímenes de control de las exportaciones) se añaden, cuando proceda, medidas coercitivas en el marco del capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho internacional (sanciones selectivas o globales, interceptación de cargamentos, recurso a la fuerza, etc.). Las medidas no podrían estar de más actualidad, debido a los casos de Irán y Corea del Norte y a las sanciones adoptadas en el marco internacional al respecto.
La Estrategia define claramente tres elementos necesarios para hacer frente a la amenaza que representan las armas de destrucción masiva, que se muestran indispensables en la ejecución al respecto de una acción exterior común:
     1.- La importancia del multilateralismo: el sistema de tratados multilaterales constituye el fundamento jurídico de todos los esfuerzos en materia de no proliferación; la aplicación universal de las normas que figuran en los tratados internacionales y sus protocolos se considera un objetivo político de la Unión, así como la mejora de los mecanismos de verificación de la vulneración de dichas normas.

      2.- La necesidad de promover un entorno regional e internacional estable: la Unión debe procurar establecer acuerdos regionales de seguridad -combatiendo las causas subyacentes a la proliferación- así como procesos regionales para el control del armamento y el desarme.
      3.- Una estrecha cooperación con socios clave, a destacar Estados Unidos, Canadá, Rusia, Japón: definir un enfoque común y cooperar con el resto de socios, las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, resulta esencial para la aplicación eficaz del régimen de no proliferación de ADM.

Para optimizar su eficacia, la Unión debería integrar a todos los niveles el amplio abanico de instrumentos de que dispone para luchar contra la proliferación de armas de destrucción masiva. Entre ellos destacan a mi parecer por su especial importancia:
  • Los Tratados multilaterales y sus mecanismos de control.
  • Los dispositivos nacionales de control de las exportaciones, coordinados a escala internacional.
  • Elevar los principales tratados, acuerdos y acuerdos de verificación a la categoría de universales y, si fuere necesario, reforzarlos.
  • Favorecer el papel del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
  • Incrementar el apoyo político, financiero y técnico de los sistemas de verificación.
  • Reforzar las políticas y la práctica en materia de control de las exportaciones.
  • Incrementar las medidas de seguridad que impiden el acceso no autorizado a materiales, equipos y conocimientos sensibles en materia de proliferación.
  • Reforzar la localización, el control y la interceptación de material peligroso.

Se han producido avances significativos pero no suficientes. En diciembre de 2006, el Consejo aprobó un «documento de reflexión» sobre el control y la mejora de la aplicación coherente de la Estrategia de la UE contra la proliferación de armas de destrucción masiva con ayuda de un centro de vigilancia de las mismas. El objetivo del documento es elaborar un método de trabajo basado en la cooperación, que permita colaborar eficazmente en la lucha contra la proliferación a la Secretaría General del Consejo, a los servicios de la Comisión y a los Estados miembros. Los avances han sido especialmente relevantes asimismo, además de en lo relativo a coordinación interna y a cooperación internacional, en materia de control de productos peligrosos y en materia de exportaciones.

3 comentarios:

  1. MENOS ARMAS Y MÁS CULTURA

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  2. Estoy completamente de acuerdo, Europa debe potenciar el control del armamento atómico y exigir a los países el desarme.

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  3. Por supuesto, el desarme de los países es un paso definitivo en la prevención de ataques de destrucción masiva y debería ser uno de los principales objetivos de la UE.

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