Ignacio Bisbe
Al poco de concluir este segundo mandato de Zapatero como Presidente, es conveniente empezar a hacer un balance de sus dos legislaturas en materia de política exterior. El fin de una etapa parece estar sucediendo, tanto porque Zapatero no volverá a presentarse como Presidente así como por la consolidación de la alternativa política y el proceso de cambio político. Por este motivo, sería conveniente analizar y comprender los aciertos y errores de la acción exterior llevada a cabo por los gobiernos socialistas.
Los ejes principales de la política
El diseño de la política exterior de Zapatero nace anteriormente a ser elegido como Presidente, concretamente, al momento en que lideraba la oposición. La idea que diseña acerca del poder y la política rupturista respecto a todo lo anterior (incluso a los anteriores gobiernos socialistas) marca toda la política tanto en política nacional e internacional. Una de las características que el lector puede apreciar para comprender la mentalidad de la política aplicada, se fundamenta en la intención de Zapatero de intentar cambiar el país y “romper moldes”. Con el objetivo de transformar radicalmente el país con base a unos preceptos ideológicos marcados, e incluso, dogmáticos, se ha desarrollado lo que ha sido denominado “una segunda transición”, practicada de forma encubierta sin utilizar los mecanismos legales establecidos de reforma constitucional, con la mitad de la población del país en contra y en una clara estrategia política de “cordón sanitario” o exclusión manifiesta del primer partido de la oposición y la parte proporcional de la población que lo representa. Esta característica se aprecia en la política exterior llevada a cabo, sustituyendo los intereses de partido y de permanencia en el poder ante los intereses generales de España. Considero que la política exterior ha sido utilizada para obtener rédito electoral en el interior, con la única misión de mantener o aumentar el poder dentro de España.
Como un discurso político dogmático no suele caracterizarse normalmente en un argumentario elaborado o sofisticado intelectualmente, el gobierno se ha servido de forma continuada de la propaganda tradicional y ha sabido explotar bien este recurso. Por ello la simpleza del discurso a veces comporta mayor eficacia y repercusión. Dicho esto, el eje principal del gobierno Zapatero en su totalidad no se fundamenta en una política propia, novedosa, creativa, elaborada y profunda, sino en una política de contraposición o de destrucción del adversario político. Bajo la “obsesión” de reducir a su contrincante político por medio del discurso político, Zapatero, su gobierno y su partido han perseguido su “hacer” político en deshacer lo construido por el anterior gobierno y en gobernar con un comportamiento oponente. Esta política “frentista” ha sido el pilar político fundamental en el que se ha sustentado, tanto en política exterior como interior, lo que se ha denominado la “oposición de la oposición”. Esta estrategia política se ha visto reflejada en todos los ámbitos político-sociales del país.
Siguiendo la misma línea argumental, esta estrategia de oposición ha sido aplicada también con el objetivo de marcar diferencias con los países aliados de los gobiernos del Partido Popular.
El eje principal de esta política fue la oposición frontal a todo lo que relacionaba la administración Bush, desde su política e ideología hasta su labor de gobierno, únicamente para conseguir un rédito electoral en política española, por la fuerte alianza que diseñó Aznar con Estados Unidos. Para conseguirlo no dudaron en agitar viejas ideologías antinorteamericanas, que tienen origen en el pasado y que se aplicaron con fuerza por última vez a principios de los años 80, con el referéndum sobre la OTAN en España. Zapatero ha querido reivindicar con más fuerza esa identidad de la izquierda más radical y marcar su huella propia distanciándose de la etapa tardía de los gobiernos de Felipe González. Ambos empezaron sus gobiernos siendo antiamericanos y de izquierda antiliberal y ambos acabaron sus legislaturas en medio de graves incongruencias y contradicciones. Como por ejemplo fue la participación española en la guerra de Irak de 1991 y está siendo la intervención española en Libia.
Alianzas
Un asunto en el que este gobierno se ha distinguido de los anteriores es por las alianzas que ha forjado con otros Estados, aquellos denominados “no alineados” o contrarios a la influencia global y ,en menor medida, de las potencias europeas. El gobierno ha intentado establecer nuevas alianzas con regímenes considerados a menudo como autoritarios y dictaduras a la vez que se ha distanciado de las posiciones de sus alianzas tradicionales con Estados Unidos, Francia y Alemania.
Bien es cierto que el contexto de la política internacional en el mundo ha ido cambiando desde que Zapatero llegó al poder y que las alianzas entre nuestros aliados también han variado, pero a pesar de haberse recompuesto el eje transatlántico entre Europa (concretamente Francia y Alemania) y Estados Unidos tras los desencuentros por la intervención de Irak, España no ha podido recomponer esas relaciones del todo, debido a sus alianzas, como por ejemplo Cuba y Venezuela y principalmente por haber defendido y fomentado en exceso la postura antinorteamericana durante la etapa Bush.
Las tradicionales alianzas tanto en Europa como con Estados Unidos se han mantenido a pesar de las dificultades, pero afortunadamente nunca se ha producido una ruptura total de relaciones. En cambio esto no quiere decir que esta política exterior española no haya perjudicado seriamente los intereses del país debido a una irresponsable forma de diseñar la acción exterior.
El cambio introducido por el gobierno socialista, una vez más, se produce con los aliados no tradicionales y aquellos países que no están en el ámbito Europeo o de la Alianza Atlántica. Primero se “copia” el modelo de “Alianza de Civilizaciones” impulsado por el presidente iraní M. Jatami, como respuesta al ideal neoconservador de la doctrina Bush, “Choque de Civilizaciones” (Huntington). Segundo, se restablece el diálogo y una alianza con países con los que el anterior gobierno se había distanciado a causa de graves acontecimientos en contra de los intereses españoles y de sobre todo de lo valores de la Democracia y la Libertad , siendo estos: Marruecos, Venezuela, Cuba, Irán, Bolivia, Nicaragua, Turquía, Siria y en menor medida China y Rusia.
El proyecto de Alianza de Civilizaciones parece haber fracasado y ha resultado de tal modo debido a diversos factores: En primer lugar, únicamente se tomó en serio en algunos países como Turquía, mientras los aliados europeos y norteamericanos lo ignoraban porque eran conscientes de su carácter mediático y propagandístico, que carecía de sustancia argumental y política que pudiera ejercitarse de forma práctica obteniendo unos resultados claros, concisos y palpables. En segundo lugar, se fundamentó únicamente en encasillar ideológicamente a los protagonistas del supuesto conflicto entre civilizaciones, pues existían discrepancias (en referencia a los grandes estadistas y mentes mundiales sobre el mundo musulmán y terrorismo) en cuanto a la interpretación del concepto de islamista moderado y/o radical, y la forma de clasificar a los regímenes absolutos o tiránicos de una gran mayoría de países musulmanes. En tercer lugar, el entendimiento del mundo con una división entre civilizaciones roza el simplismo argumental, debido a la existencia de una rivalidad y división manifiesta, conocida dentro del mundo musulmán, entre chiítas y sunitas, así como de estados como Irán y Arabia Saudí los cuales lideran esa división respectivamente. Por último, las revueltas árabes que están sucediendo en Oriente Medio y Norte de África, pone de manifiesto que los gobiernos de muchos de los Estados no representan la voluntad del pueblo al que dominan, con lo que esta Alianza de Civilizaciones queda en entredicho en la medida que esos gobiernos eran los principales actores.
Alianzas internas que condicionan la política exterior
No puede obviarse la circunstancia de que durante las dos legislaturas de Zapatero el Partido Socialista ha gobernado en minoría, o con mayoría simple, con lo que ha tenido que formalizar alianzas puntuales y estas, en ningún caso, han sido tan sólidas como para adaptar la forma de pacto formal, o escrito, como ha sucedido en otras ocasiones (véase “Pacto del Majestic, 1996” ).[1]
Este dato ha condicionado a los gobiernos de Zapatero en ambas legislaturas y en todos los ámbitos del poder, y por supuesto, la acción exterior del gobierno no ha sido una excepción.
De las alianzas parlamentarias entre el Partido Socialista y el resto de grupos minoritarios preferentemente de izquierda, izquierda nacionalista radical y nacionalismo de derechas, podemos llegar a la conclusión de que todas estas fuerzas comparten unos planteamientos en política exterior semejantes los cuales han cambiado ciertos ejes fundamentales de la acción exterior del gobierno anterior y ha sido contraproducentes para el interés de Estado.
Este condicionamiento de la acción exterior provocó que se establecieran alianzas políticas con países comunistas, revolucionarios, populistas y monarquías autoritarias, que forman regímenes autoritarios o dictatoriales como: Venezuela, Cuba, Bolivia, Marruecos entre otros, han tenido un protagonismo que al final del periodo de Zapatero ha conllevado al fracaso de una política exterior que se ha ocupado más de defender los intereses parlamentarios y de partido para mantenerse en el poder, que en defender los intereses del conjunto de los españoles.
Podríamos concluir que no sería casualidad, que la simpatía declarada de forma abierta y sin complejo por el grupo minoritario Izquierda Unida (y su grupo catalán ICV), Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), el Bloque Nacionalista Gallego (BNG), Partido Nacionalista Vasco (PNV), y otros grupos de izquierda o nacionalista, hacia regímenes como el de Hugo Chávez en Venezuela, el régimen Iraní, el régimen cubano, Bolivia, grupos pseudo terroristas como Hizbulá en Líbano, Hamas y en menor medida la Autoridad Nacional Palestina, haya creado una unión ideológica entre los gobiernos de Zapatero, su partido y estas formaciones. Empleando un discurso político de dudoso rigor democrático, al defender este tipo de conductas y regímenes y oponerse a la política exterior de países aliados, plenamente democráticos y que defienden la libertad en el mundo.
Estupendo artículo. Se notan los conocimientos en política interior y exterior, así como un seguimiento profundo de éstos dos campos..
ResponderEliminarBuen análisis y buena exposición. Se observa una linea politica en la narración de los hechos pero no por ello menos ciertos, seguramente.
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