sábado, 14 de mayo de 2011

Israel: antigüedad y actualidad; Relaciones con España (Parte I)

Susana de Valentin












Introducción

En primer lugar, aclaremos ciertos términos como punto de partida. Israel, cuya traducción del hebreo significa el que luchó con Dios y le venció, es el nombre que recibió Jacob, descendiente de Abraham, patriarca de Israel y padre de una muchedumbre de pueblos después de luchar contra un ángel misterioso. De éste, nacieron sus doce hijos y las denominadas doce tribus de Israel, es decir, los israelitas o antepasados y primeras generaciones del pueblo israelí. Judío es todo aquél que desciende de la tribu de Judá, uno de los hijos de Jacob, denominación que fue empleada, no obstante, para el conjunto de los  hijos y descendientes de todas las tribus, así  como a su religión y al practicante de la misma. Israelí es el nacional del Estado de Israel actual.

Conocer la historia más antigua y ancestral de los judíos, remontándonos a los primeros pobladores israelitas, en qué lugar remoto del planeta surgieron, cómo se organizaron, la diáspora, así como su especial vínculo con Yahvé, que les marcó, desde sus orígenes,como pueblo elegido, resultan elementos, todos ellos, imprescindibles para comprender la naturaleza y lo trascendental de los acontecimientos que se suceden en la actualidad. De igual modo, el paso de los judíos por España y de su legado histórico-cultural en nuestro país desde las primeras manifestaciones de la diáspora hasta su expulsión en el siglo XVI, demuestran cómo una parte de la Península fue, en un momento histórico, un espacio privilegiado en el proceso de desarrollo de la identidad española y de la cultura y tradiciones judías, árabes y cristianas. Toledo dio muestras de que fue y es posible la convivencia entre religiones diferentes. Tras el Decreto de 1492 y el adiós melancólico de los judíos a la que sin duda un día fue su patria, como lo es la nuestra, hacia nuevas tierras, partió un sector de la esencia de los españoles, de nosotros mismos, de lo que hoy somos, en definitiva, mezcla de tres religiones y ricas culturas.


El conocimiento y comprensión de la historia antigua del pueblo israelí, concretamente, aquello que fue su tierra antes y después de la época de Cristo, hasta la completa desaparición de Israel como unidad política y territorial después del dominio romano y la destrucción del Templo de David, así como el elemento religioso que intrínsecamente lo caracteriza y, finalmente, su paso por España, sin ir más allá de nuestras fronteras, hasta los confines de la Edad Moderna, son todos ellos factores a tener en cuenta en el planteamiento de ¿qué es Israel y cómo debemos plantear nuestras relaciones diplomáticas con su actual Estado?, en el marco de una comunidad internacional regida, entre otros principios, por el de la universalidad de las relaciones inter-estatales. Por consiguiente, el presente artículo versará sobre los puntos siguientes: 1. Israel en la Antigüedad; 2. Los judíos de España; 3. Diplomacia España-Israel.

Con el fin de hacer interesante y llevadero el artículo a todo aquél interesado y con el fin de inducirle a una ágil comprensión y reflexión sobre los puntos más importantes que caracterizan el pueblo judío y a la rica y pluridiversa identidad española, que acercan hoy ambos pueblos, el español y el israelí, sin mayor pretensión que ésta, serán publicados los tres apartados anteriores en tres publicaciones diferentes. La primera, está estructurada en torno a un total de diez párrafos, más uno aclarativo.

Israel en la Antigüedad (Primera Parte)

Abraham, Jacob y Moisés

Kilómetros de distancia atrás, comenzamos nuestra historia en el 3.000 a.C., a finales del período del Neolítico, concretamente, en la vasta región del denominado Creciente Fértil, el espacio que abarcaba los antiguos territorios de Egipto, levante Mediterráneo, Mesopotamia (Irak) y Persia (Irán). Es en esta zona donde se tiene constancia del origen y la consolidación del pueblo hebreo. Abraham, originario de la próspera y comercial ciudad de Ur (Irak), escuchó las palabras de Yahvé, en uno de sus viajes, quien le dijo de ir a la tierra sagrada indicada, mandó ser padre de muchedumbres y con quien estableció la Divina Alianza entre él, su pueblo y Yahvé, constituyendo hoy el sustrato común de la identidad judía. Poco después, Jacob, descendiente de Abraham, llamado Israel tras luchar con un enigmático ser angélico, engendró a las llamadas doce tribus de Israel, los ancestros del pueblo israelí, interpretadas como los doce tipos de humanidad existencial. Sin embargo, Jacob y su familia, como consecuencia de las hambrunas, descendieron a Egipto, se apartaron de la tierra de Abraham, y fueron esclavos de los faraones hasta su completa liberación por Moisés, perteneciente a la tribu levita. Posteriormente, Moisés recibió el Decálogo o los Diez Mandamientos de Yahvé en el Monte Sinaí, marcando un hito en la creación de la vida nacional israelí y de su religiosidad, pues entre Moisés y Dios se estableció, en ese momento, un pacto vinculante por el que las tribus de Israel se comprometían en el cumplimiento de los postulados divinos a cambio de erigirse como nación divina y pueblo consagrado. Así surgió el núcleo primitivo del judaísmo. Durante el éxodo, los israelitas fueron en búsqueda de la tierra prometida, indicada por Yahvé, quien los guiaba y protegía a la vez. Finalmente, éstos llegaron y se establecieron en el territorio de Canáan, actualmente, la región que abarca Israel, Cisjordania, la Franja de Gaza, la parte occidental de Jordania y algunos puntos de Siria y Líbano. Carentes de unidad política, y sometidos a los gobiernos de las distintas tribus, los primitivos israelitas manifestaron debilidad ante toda una serie de pueblos enemigos que los rodeaban. 

Monarquía

Hubo que esperar a la llegada de la Monarquía para que el pueblo israelí gozara de su máximo esplendor histórico. En el siglo XII a.C., Saúl se convirtió en su primer rey, bien por petición popular, bien por voluntad divina. Pero pronto fue sustituido por David, personaje de suma importancia, para la historia del judaísmo. El rey David, destacó por sus grandes conocimientos en diversas áreas, concretamente en política, en tanto que unificó en su persona las distintas tribus dispersas en un solo reino, el suyo, así como en asuntos militares, al conquistar y ampliar nuevos territorios e incorporar la ciudad de Jerusalén, a la que convirtió en capital del reino y centro de culto para cualquier israelita. Más tarde, bajo el reinado de Salomón, fue posible la construcción de un Templo, el conocido como Templo de Jerusalén, queriendo ensalzar la máxima espiritualidad de la ciudad-capital con el fin de agradar y prestar culto a Yahvé. Fue el período álgido de la espiritualidad judía.

Bajo el mandato de Roboán, hijo de Salomón, se iniciaron los tiempos de la dispersión y del declive de la nación israelita, pues con él, vinieron políticas de tratamiento diferenciado entre los territorios del norte y los del sur. Como resultado, el reino se dividió en dos, el de Israel y el de Judá, claro detonante de una involución.

Asiria

Habiendo sido territorios independientes durante largo tiempo, en el siglo VIII a.C., el Imperio Asirio, invadió el reino de Israel y lo incorporó a sus dominios. Su rey, mandó al exilio a los israelitas, los hijos de diez de las doce tribus, a diferentes tierras dentro de su Imperio, con el fin de  evitar sublevaciones, mezclándose con las gentes del lugar, olvidando su lengua, su fe y sus costumbres. Son hoy las denominadas tribus perdidas de la Casa de Israel.
 
Generalmente, el reino de Judá, conformado por los hijos de las dos tribus supervivientes, Judá y Benjamín, logró subsistir, convirtiéndose en Estado-vasallo y tributante del Imperio mesopotámico, aunque rodeado por territorios enemigos. 

Babilonia

Teniendo en cuenta los cambios que comenzaron a producirse en Oriente Próximo en el siglo VII a.C., la independencia de la región de Babilonia y su conquista de Nínive, capital asiria, provocó la disgregación del Imperio Asirio en breve, sobre el cual, emergió el Imperio de Babilonia. Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió con sus tropas las aldeas de Judea y destruyó la única de sus ciudades que mostró resistencia, Jerusalén. A su vez, el Templo de David fue destruido, sus sacerdotes asesinados y los judíos exiliados a territorios babilónicos diversos. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió con las diez desaparecidas tribus del reino de Israel, las de Judá gozaron de cierta libertad concedida por el monarca, lo cual marcó el inicio de una nueva etapa en la historia del pueblo judío, la de los cautivos en Babilonia, pues preservaron su identidad en lugar de mezclarse con las gentes del lugar, lo que les valió para mantener viva su cultura y tradiciones hasta hoy. 

Persia

Nada se mantuvo eternamente. En el siglo VI a.C., cuando los estados vasallos y antiguos aliados del Imperio neo-babilónico comenzaron a fortalecerse, éste empezó a debilitarse. Persia y la dinastía aqueménida, incorporó a través de sucesivas batallas los territorios babilónicos a sus dominios, erigiéndose un nuevo Imperio con su nombre. A la cabeza, el rey Ciro II el Grande, se convirtió en el nuevo mandatario de los judíos desterrados, es decir, una vez más, los descendientes de Judá y Benjamín.

Teocracia israelí

Habiendo sufrido una constante agresividad por los monarcas, su situación se dilató con el rey persa cuando éste les dictó un beneficioso edicto a través del cual les permitió regresar a Judá y construir un nuevo Templo en Jerusalén. Desde entonces, se abrió un nuevo período en la historia de Israel, conocido como Período del Segundo Templo, en el que fue instaurada una teocracia aceptada por la corte persa. Esta autonomía, vigilada, ciertamente, fue disfrutada por los judíos también durante la dominación helénica. Alejando Magno, en el siglo IV a.C., consiguió derrotar en la batalla de Issos a Darío III, el último de los reyes persas, dando lugar a la posterior ocupación por sus tropas de Siria, Judea, Egipto y Persia. Sin embargo, su pronta muerte, abrió paso a la disgregación de su joven Imperio helénico entre los tres de sus generales. En lo que se refiere a Judá, el territorio entró a formar parte del reino de Egipto. El contacto entre las prósperas ciudades griegas y los judíos hizo que estos se enriquecieran de su cultura y tradiciones, mutando determinados aspectos de lo propio.

Ya en el siglo II a.C., una agresiva política helenizante por parte de los reyes seléucidas provocó la insurrección de los pobladores de Judea, liberándose del yugo helénico. 

Roma

Mientras tanto, el futuro Imperio de Roma había comenzado a gestarse. Una vez más, los judíos perdieron su autonomía cuando pasaron a depender de Roma en el siglo I a.C. Su religión fue ciertamente tolerada. Surgió la figura administrativa de la provincia y del prefecto o procurador romano. En la época de Herodes el Grande, nació Jesús, quien para los cristianos es el Mesías de Israel y para los musulmanes uno de los profetas más importantes al que conocen con el nombre de Isa. No obstante, cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio, en tanto que la religión judía y el cristianismo diferían en temas fundamentales, los judíos resultaron extraños, sospechosos, además de  un potencial de reivindicaciones políticas. Como consecuencia, fueron perseguidos, sus templos profanados y protagonizaron diversas revueltas en pro de su independencia, cruelmente sofocadas por las legiones romanas. En el siglo I d.C., el Emperador Tito masacró a las aldeas de Judea y destruyó el Templo de Jerusalén, cuyo Muro de las lamentaciones siguió en pie como emblema de la victoria de los romanos sobre el pueblo judío, hasta nuestros días. Judea, se transformó en la provincia de Syria Palaestina, en recuerdo al pueblo de los filisteos, desaparecido siglos atrás. 

Hoy

Desde entonces, el empleo de éste término fue ampliamente utilizado por la población no judía para la designación del territorio, hasta un milenio más tarde, cuando se fundó el Estado de Israel y se consideró conveniente diferenciar Israel de Palestina.
Fin Primera Parte




5 comentarios:

  1. Interesante lección de historia.

    Animo

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  2. Estupenda construcción narrativa..para ver desde otro ángulo la realidad española actual...

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  3. El pasado condiciona el presente y diseña el futuro. Buen artículo para relacionar y conocer nuestros orígenes y raices.

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  4. Buen artículo porque la historia es fundamental para comprender la actualidad! João Francisco

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  5. Estudios recientes demuestran ademas que las 10 tribus perdidas son practicamente los paises de Centro Europa y de alli tambien su prosperidad durante toda la historia, conquistas, y poder a nivel mundial.
    Dinamarca-Dan
    Francia-Ruben
    Portugal / Espahna: Levi Simeon
    Holanda: Zabulon
    Jose: sus dos Hijos Efrain (Reino Unido) y Manases (USA)
    Etc
    Los judios que hoy forman el estado de Israel, son en su mayoria desciendientes de Juda y Benjamin las dos tribus que se mantuvieron siempre juntas.

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