miércoles, 6 de abril de 2011

Rusia, extraño y As en la manga de Occidente

Susana de Valentín 













         
El nombre de Rusia proviene de Rossía, término griego utilizado en el Imperio Bizantino para denominar a la Rusia de Kiev, el primer germen de Estado ruso fundado en el siglo IX por los primeros pobladores eslavos orientales. Tan lejana y desconocida para muchos, Rusia es una superpotencia energética y geoestratégica nada desdeñable y tremendamente importante en el ámbito de las relaciones internacionales. Es un país con una gran influencia en la toma decisiones vitales para los intereses de la comunidad internacional y juega un rol importante en la agenda política, económica y militar de los grandes foros mundiales.

Con una población de casi ciento cuarenta tres millones de personas, étnicamente pluridiversa, Rusia se extiende por todo el norte de Asia y por una gran parte de Europa. Además, contiene la mayor parte de recursos minerales y energéticos aún sin explotar de todo el mundo y dispone de un arsenal nuclear en paridad con EEUU.  Política y administrativamente, el país se constituye en una república democrática federal semipresidencialista que incorpora un total de ochenta y tres unidades políticas o sujetos federales con regímenes jurídico-políticos diversos.

En el ámbito de la comunidad internacional, Rusia forma parte del Consejo de Seguridad de NNUU, por lo que juega un rol importante en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Además, es miembro del Cuarteto de Madrid y de las conversaciones a seis bandas con Corea del Norte, promoviendo soluciones a conflictos internacionales y resolviendo asuntos de proliferación nuclear. Por otra parte, es socio del G-8, Consejo de Europa, OSCE y APEC, llevando a cabo un papel clave en los asuntos económicos, financieros y comerciales de carácter global. Ejerce, incluso, un liderazgo en diversos organismos regionales, como en el CEI. Y, por último, es un gran suministrador de energía de la UE.

La influencia de Rusia en los asuntos globales es patente. Sin embargo, desde el fin de la bipolaridad, no ha participado en la construcción del orden internacional político y económico posterior, fiel a la ideología liberal de los países occidentales, enamorados de su paradigma respecto del cual, Rusia no tiene ningún interés de adhesión, al menos actualmente. En un principio lo aceptó pasivamente, sin embargo, en los últimos años ha manifestado su oposición respecto al mismo, catalogando la política internacional de Occidente como de “doble rasero” al  negar ciertos derechos a países que a otros sí concede, restando validez, eficacia y credibilidad a las instituciones y normas que la encarnan. Por ello, Rusia no pretende seguir la senda de Occidente ni tiene interés en pertenecer a la UE,  a pesar de que empieza a considerar que las ideas en la política tienen su valor.  Después de años sin una ideología clara o lo suficientemente representativa, su ardua tarea se centra en estos momentos en definir qué modelo de carácter innovador pretende desarrollar, pues la élite intelectual y política  próxima al Kremlin sabe lo que no quiere pero discrepa en cuanto al papel que ha de ejercer el Estado, el mercado o la sociedad en un futuro próximo.

En las dos últimas décadas, un elemento característico de la acción exterior rusa ha sido su oposición manifiesta a cualquier intento de creación de un sistema unipolar de relaciones internacionales encabezada por la ideología liberal de Occidente y, concretamente, por EEUU. Un mundo más estable y seguro para Rusia, al término de su paridad hegemónica con la gran potencia militar actual durante la Guerra Fría, lo configura una estructura de relaciones internacionales donde los distintos polos de poder cuentan con los suficientes recursos efectivos para controlarse verdaderamente entre ellos: el sistema multipolar. El orden multipolar que nace en la década de los noventa ha demostrado, hasta la fecha, ser duradero por su estabilidad. Esta estabilidad tiene su origen en la incapacidad de cualquiera de las potencias poderosas para dominar las demás. A pesar de que en la práctica no conlleva un equilibrio perfecto de las relaciones internacionales es preferible antes que la unipolaridad, un sistema donde solo una potencia ejerce la supremacía y domina las restantes. Este sistema conduce inevitablemente al comportamiento irresponsable del polo poderoso y lleva a los polos más pequeños dominados a luchar por fortalecerse, con lo cual, aumenta el desequilibrio y la inestabilidad, tanto más acusada cuanto más desequilibrio. Esto explica la posición contraria de Rusia a la ampliación de la OTAN y al establecimiento en Europa de los sistemas de defensa antibalísticos estadounidenses.

Rusia desconfía de un gobierno plenamente universal, precisamente por la naturaleza competitiva de las relaciones internacionales y la defensa por cada Estado de sus intereses legítimos. También desconfía profundamente del actual orden político europeo y de las instituciones como la OSCE que lo encarnan. Cree más conveniente un mundo centrado en el Estado westfaliano y en la posibilidad de establecer unas bases que permitan equilibrar las relaciones internacionales y asegurar la paz y la seguridad internacionales. El mundo del siglo XXI se enfrenta a nuevas amenazas que tienen un carácter global, desestabilizan globalmente y exigen, por tanto, una respuesta también global, donde la búsqueda de la paz y la seguridad se convierten en fin último en cualquier estrategia internacional. En éste contexto, la cooperación de Rusia resulta imprescindible. Durante la Cumbre de la OTAN en Lisboa, en noviembre de 2010, uno de los temas más relevantes fue la posible  incorporación de Rusia a la Alianza Transatlántica. Las cuestiones que plantea la agenda exterior rusa en materia de seguridad son de interés de todos: ambiciones nucleares de Irán, control y reducción de armamento estratégico, no proliferación nuclear, estabilización de Afganistán, contraterrorismo y seguridad energética. Por consiguiente, la respuesta ha de ser conjunta, entre Rusia y Occidente. No tener en cuenta a Rusia en la resolución de tales conflictos sería contraproducente y peligroso, pues Rusia ha demostrado que es una potencia eficaz a la hora de contribuir a la seguridad internacional, sofocando los levantamientos en el espacio post-soviético, el terrorismo checheno (el cual ha evitado que se internacionalice y se convierta en una amenaza global como Al-Qaeda) o ayudando a otros países de Europa del este a crear su propia identidad.

Finalmente, con motivo de la crisis financiera que ha puesto en jaque la doctrina defensora a ultranza del liberalismo financiero sin limitaciones en Occidente, tras producirse el debacle de las economías nacionales, Rusia piensa en reorganizar su espacio de influencias regional. De esta manera, en la medida en que EEUU y la UE pierdan influencia a nivel mundial, Rusia quiere aprovechar y estrechar nuevos lazos económicos con sus satélites más cercanos, como Bielorrusia.  El abandono de las negociaciones por Rusia para su entrada en la OMC es el fiel reflejo de estas intenciones y de su desconfianza en el orden económico-financiero actual.

Bibliografía:

Krastev. I, Leonard.M, Wilson.A, ¿Qué piensa Rusia?, CIDOB/European Council on foreing relations.
A.Kupchan. CH, NATO’s Final Frontier: Why Russia Should Join the Atlantic Alliance, Foreign Affairs, May/June 2010
            

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por el artículo, sin duda Rusia juega un papel especialmente importante en el mundo árabe y las potencias occidentales deberían no menospreciar su poder de influencia en la zona.

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  2. Muy buen artículo! he sentido falta de algunos temas: BRICS, la relación Rusia-China (éste merece un artículo propio, el rol de Rusia ante Corea del Norte y el START II con EEUU. No hay duda que Rusia trabaja con una proyección exterior diferenciada y con concepción del marco de Eurasia. João Francisco

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