miércoles, 6 de abril de 2011

Inestabilidad en Irán

Rubén Ruiz
















Las revueltas árabes han llegado a Irán, país no árabe que cuenta con las terceras mayores reservas de petróleo del mundo y las segundas de gas. Las manifestaciones y protestas contra el gobierno de Ahmadineyad ya comenzaron tras las elecciones presidenciales de 2009, que se consideraron manipuladas, renaciendo ahora tras los acontecimientos en los países árabes y ante un doble discurso del presidente iraní. ¿Se extenderá la “primavera árabe” hasta el país persa?


Las revueltas en el mundo árabe han animado a los iraníes a salir a la calle para instar al régimen a realizar cambios políticos y económicos. Irán es el primer país no árabe al que han llegado los levantamientos. Sin embargo, el régimen iraní no es la primera vez que sufre revueltas. Las multitudinarias protestas y manifestaciones contra la reelección del Presidente Mahmud Ahmadineyad en junio de 2009, pidiendo unas nuevas elecciones al considerar que se habían manipulado los resultados, se convirtieron en las revueltas más importante desde la Revolución Islámica de 1979 y dividió profundamente a la sociedad iraní, llegando a producirse varios manifestantes muertos por las milicias a favor del actual presidente.

Es ésta la base de las actuales protestas. El 85% de participación en esas elecciones, los sondeos realizados y la ausencia de observadores internacionales y de los candidatos, hizo cada vez más creíble la idea de que se produjera un fraude electoral. Además, se estableció censura en páginas web y medios de comunicación favorables a la oposición, la interrupción del servicio de mensajes de móviles y la expulsión de varios equipos de televisión extranjeros. Los sondeos eliminaban la opción de una mayoría absoluta en la primera vuelta para el actual presidente ultraconservador, Ahmadineyad, que venció con un 63% de los votos, frente a un 32% del segundo más votado, el moderado Mir Husein Musavi, en el que muchos habían depositado grandes esperanzas de cambio, sobre todo los jóvenes, que representan el 70% de la población iraní.

Las revueltas se producen por el deseo de un cambio en ciertas políticas dentro del régimen, pero no todos están a favor de un cambio de régimen como en 1979. La solidez de la teocracia iraní, liderada por el Jefe Supremo y Líder de la Revolución, Alí Jamenei, cargo no electo, era también defendida por todos los candidatos que aspiraban a la Presidencia. Ahmadineyad representa la visión más extremista de un país que aspira a ser una potencia nuclear y conseguir una hegemonía en Oriente Medio que se disputa con Arabia Saudí. Además transmite la cara más radical en relación al conflicto israelo-palestino, negando el Holocausto y deseando la eliminación del Estado de Israel, por lo que no duda en apoyar y financiar organizaciones terroristas como Hamás o Hezbolá. Ahmadineyad se convirtió en presidente con la promesa de que distribuiría más equitativamente la riqueza, sin embargo, no supo crearla y sus ambiciones imperialistas han descuidado la economía, alcanzando un alto nivel de desempleo.

Según algunas fuentes, los opositores al régimen Mir Hussein Musavi y Medhi Karrubí permanecen bajo arresto domiciliario, mientras otras indican que han sido detenidos y llevados a una prisión de Teherán, supuestamente acusados de traición, sedición y conspiración con fuerzas extranjeras. Además, las fuerzas de seguridad del régimen han salido a las calles de la capital para reprimir cualquier acto de protesta contra el gobierno, como sucedió tras las elecciones presidenciales.  El doble juego del presidente iraní, por un lado considerando legítimas las protestas de los jóvenes en países árabes e instando las revueltas, y por otro, reprimiendo brutalmente los levantamientos en su país, no le salvará de la ola de revoluciones. El eje principal de la política actual de Irán es convertirla en una potencia nuclear, mientras su población pide reformas económicas. Hablando en términos energéticos, Irán es uno de los países más ricos del mundo, ya que dispone de las terceras mayores reservas de petróleo del mundo y de las segundas de gas. Por tanto, no es probable que un presidente se mantenga durante mucho tiempo en un gobierno que en vez de preocuparse por el bienestar de sus ciudadanos, su mayor preocupación es el enriquecimiento de uranio con el fin de convertir a su país en una potencia nuclear. 

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