Nacho Bisbe
Barack Obama reafirma la continuidad de la política exterior de Estados Unidos en referencia a su predecesor, pero sin la determinación política de querer solucionar un conflicto en el que también pudo elegir su grado implicación. Los rebeldes, divididos y mal armados, se debilitan; Gadafi resiste y avanza; y la coalición camina hacia una división profunda.
En el contexto de las revueltas sucedidas desde el pasado mes de febrero de 2011 que se iniciaron en Túnez, siguieron en Egipto, Bahrein, Yemen y Libia entre otros. Este suceso se desarrolló en Libia de forma distinta, con una reacción represora y violenta por parte del dictador Gadafi, quien no dudó en utilizar sus fuerzas armadas y contratar mercenarios extranjeros para reprimir la insurrección.
Una insurrección que al parecer tiene intenciones democráticas, pero este es un dato que tendrá que consolidarse y demostrarse con hechos inequívocos en el futuro por su parte, porque existen serias dudas sobre ello, que aquí describiremos.
Tal como la sucesión de los hechos indicaban, lo que comenzó como un movimiento popular que reivindicaba democracia y el fin de un régimen corrupto y tiránico que lleva desde 1969 en el poder, el conflicto ha pasado a transformarse en una guerra civil entre dos principales bandos: gadafistas y rebeldes, estos últimos apoyados por una coalición de países occidentales liderados por Estados Unidos y posteriormente por la OTAN, con autorización expresa de la ONU, únicamente para lograr y mantener una superioridad aérea en aras de proteger a la población civil.
Volviendo a la actualidad, parece ser que los hechos acaecidos durante estas dos últimas semanas del mes de marzo, demuestran que el conflicto se está estancando. Porque los rebeldes avanzan y retroceden posiciones sobre el terreno continuamente; la coalición no ha logrado neutralizar del todo a las fuerzas de Gadafi; los rebeldes están desorganizados, divididos y mal armados; la superioridad aérea es una medida insuficiente para luchar contra Gadafi si coloco escudos humanos cerca de sus tropas y para luchar en una guerra asimétrica en las ciudades donde se atrinchera Gadafi.
El estancamiento de la misión tiene su origen y causas: primero, el objetivo de la misión es difuso y no lo comparten todos los que forman la coalición, Obama pretende desentenderse del conflicto una vez se ha implicado en él, en un principio se argumenta que el objetivo no es Gadafi y luego se matiza, si no se derroca a Gadafi no se solucionará el problema y el “complejo” que existe a tomar decisiones resolutivas, debido a la guerra de Irak y Afganistán, en evitar una operación terrestre, impide que los rebeldes tengan opciones de derrocar el régimen.
Tanto Estados Unidos, Reino Unido y Francia están de acuerdo ahora en suministrar armas a los rebeldes, viendo que la operación aérea parece ser insuficiente. La pregunta es: ¿Se podía haber invertido las medidas o llevarlas de forma simultánea? Es decir, armar primero a los rebeldes y luego establecer la zona de seguridad aérea o llevarlas a cabo de forma simultánea.
Si la solución al conflicto se ofrecen medidas limitadas o autolimitadas el resultado también será limitado. Lo que lleva a pensar, que todo lo que no es un rotundo éxito conlleva en un rotundo fracaso, debido a las exigencias de la opinión pública occidental interna ante los conflictos bélicos, en otras palabras si nos implicamos es para ganar y derrocar a Gadafi con todas las consecuencias, sino no nos implicamos y que los rebeldes liberen su propio país, como hicieron los mujhaidines en Afganistán de la ocupación soviética. (Aunque recibiendo una ayuda en armas limitada y efectiva por parte de EEUU).
Por otro lado, esta misión pone en evidencia el tan ansiado “cambio” de la política exterior de Obama respecto a su predecesor. La “doctrina Bush o neocon” está más viva que muerta. Esa doctrina defendía que tras el 11-s había llegado el fin de un ciclo heredado de la guerra fría, en el que con una política exterior “realista” se apoyaba a los regímenes autoritarios a favor del “Statu Quo” y la consiguiente represión de las minorías fundamentalistas o yihadistas. Tras el 11-S se llegó a la conclusión que esos mismos regímenes eran una de las causas del surgimiento del radicalismo islámico y por tanto se debía democratizar lo más posible el área de países musulmanes, empezando desde el epicentro, como el caso de Irak.
La doctrina Bush y la política de Obama, se unen en Libia, al aplicar la famosa y denostada “guerra preventiva”. Porque esta vez, Obama y la coalición han intervenido militarmente en Libia para defender preventivamente de posibles masacres a la población civil y de paso cambiar el régimen para democratizarlo. Aunque este último paso está pendiente de confirmarse.
Esta vez no existen “armas de destrucción masiva” como “casus belli”, pero el objetivo ahora y entonces era evitar que se asesinara a población civil de forma masiva, y eso también puede lograrse con armamento convencional. Con lo que las “guerras preventivas” aparecen como un recurso útil y también estaríamos hablando en términos de “guerra justa”.
¿Son los rebeldes un movimiento democrático y pueden garantizar una transición democrática y estabilidad a corto plazo, en el caso de que triunfaran?
Primero de todo, teniendo en cuenta las últimas informaciones publicadas, su éxito está en entredicho y cada día que pasa los rebeldes se debilitan más y el conflicto se estanca.
Segundo, no existe ningún tipo de líder, liderazgo o gobierno insurrecto, que permita visualizar cuál es el “programa” político de transición e ideas que representan ese conjunto de personas que englobamos en la palabra “rebeldes”, como si de un solo grupo se tratara. No sabemos qué entienden por democracia y si aceptarían uno de los principios básicos esenciales de la democracia como es la “separación de poderes” y “división entre Religión/Estado”, algo que se demuestra poco compatible con la religión islámica tanto en la teoría como en la práctica, si observamos todo el ámbito musulmán en el mundo.
Tercero y último, los rebeldes no garantizan en absoluto un cambio total respecto a Gadafi y se pueden repetir los mismos problemas de corrupción generalizada, autoritarismo y crisis económica y por otro lado, podemos ser muy escépticos en cuanto a que la amenaza del islamismo y fundamentalismo no se asiente en el país y cobre mayor fuerza en el futuro.
Buen artículo y es un ejemplo de que hay más dudas que respuestas sobre Libia. Ya en la postura de China, Rusia y Alemania cuanto a la Resolución 1973 del CS/NU se nota la dificultad de coordinación sobre el tema de la Crisis Libia. Eso para no decir de la OTAN y su actuación en Libia. João Francisco
ResponderEliminar