Diplomacia Joven
Las relaciones internacionales son tan antiguas como los Estados, siendo éstos sus protagonistas y principales valedores. Tienen su punto de partida en el contexto socio-político del siglo XVI. Es en esta época cuando surgen las teorías del Estado moderno, como nueva configuración del sistema político-administrativo de Europa occidental, así como el germen de la diplomacia europea, cuyo epicentro se consagra en el denominado Estado westfaliano, es decir, la comunidad política y territorial soberana. Desde entonces, hasta hoy, las relaciones internacionales se han intensificado y enriquecido, yendo más allá de un mero ámbito regional europeo, integrando a nuevos actores de naturaleza no estatal y alcanzando un carácter planetario debido a los procesos de expansión, conquista y colonización del mundo de occidente sobre el resto del mundo primeramente y, finalmente, la dinámica conocida como la globalización.
Desde el comienzo de la edad moderna hasta la segunda mitad del siglo XX se produce el fenómeno conocido como la mundialización, un proceso originado por la civilización occidental y que ha conllevado una integración de las sociedades en sus diferentes sectores, fundamentalmente económicos, a escala planetaria. El resultado ha sido la emergencia de una comunidad internacional homogeneizada en términos políticos, jurídicos, económicos y culturales. Sin embargo, ha seguido persistiendo una cierta heterogeneidad, es decir, sociedades con culturas y costumbres diversas. A finales del siglo XX, con la globalización, las relaciones internacionales se vuelven más amplias, complejas y diversas. La homogeneidad es más acusada y la heterogeneidad logra traspasar las fronteras territoriales originales y superar su carácter meramente local y particular.
Desde el último tercio del siglo XX hasta la actualidad, tiene lugar el fenómeno conocido como la globalización, el cual ha generado la interconexión e interdependencia política, económica y social de una gran diversidad de actores que operan ya en la escena internacional a través de unas relaciones definidas en términos de instantaneidad y ubicuidad, no sólo el mero Estado, debilitado en sus funciones westfalianas originales, lo que ha sido posible gracias a la revolución tecnológica: la nueva realidad de la microelectrónica, conexión internet, teléfonos móviles y telecomunicaciones. Por consiguiente, el espacio y el tiempo exclusivamente locales se han superado como condicionantes de la actividad humana y del contexto de la dinámica de las relaciones internacionales, de tal modo que el mundo se ha convertido en un único sistema de información y comunicación, donde las ideas, el conocimiento y la información circulan instantáneamente y libremente, sin fronteras, ni límites.
Las relaciones internacionales son tan antiguas como los Estados, siendo éstos sus protagonistas y principales valedores. Tienen su punto de partida en el contexto socio-político del siglo XVI. Es en esta época cuando surgen las teorías del Estado moderno, como nueva configuración del sistema político-administrativo de Europa occidental, así como el germen de la diplomacia europea, cuyo epicentro se consagra en el denominado Estado westfaliano, es decir, la comunidad política y territorial soberana. Desde entonces, hasta hoy, las relaciones internacionales se han intensificado y enriquecido, yendo más allá de un mero ámbito regional europeo, integrando a nuevos actores de naturaleza no estatal y alcanzando un carácter planetario debido a los procesos de expansión, conquista y colonización del mundo de occidente sobre el resto del mundo primeramente y, finalmente, la dinámica conocida como la globalización.
Desde el comienzo de la edad moderna hasta la segunda mitad del siglo XX se produce el fenómeno conocido como la mundialización, un proceso originado por la civilización occidental y que ha conllevado una integración de las sociedades en sus diferentes sectores, fundamentalmente económicos, a escala planetaria. El resultado ha sido la emergencia de una comunidad internacional homogeneizada en términos políticos, jurídicos, económicos y culturales. Sin embargo, ha seguido persistiendo una cierta heterogeneidad, es decir, sociedades con culturas y costumbres diversas. A finales del siglo XX, con la globalización, las relaciones internacionales se vuelven más amplias, complejas y diversas. La homogeneidad es más acusada y la heterogeneidad logra traspasar las fronteras territoriales originales y superar su carácter meramente local y particular.
Desde el último tercio del siglo XX hasta la actualidad, tiene lugar el fenómeno conocido como la globalización, el cual ha generado la interconexión e interdependencia política, económica y social de una gran diversidad de actores que operan ya en la escena internacional a través de unas relaciones definidas en términos de instantaneidad y ubicuidad, no sólo el mero Estado, debilitado en sus funciones westfalianas originales, lo que ha sido posible gracias a la revolución tecnológica: la nueva realidad de la microelectrónica, conexión internet, teléfonos móviles y telecomunicaciones. Por consiguiente, el espacio y el tiempo exclusivamente locales se han superado como condicionantes de la actividad humana y del contexto de la dinámica de las relaciones internacionales, de tal modo que el mundo se ha convertido en un único sistema de información y comunicación, donde las ideas, el conocimiento y la información circulan instantáneamente y libremente, sin fronteras, ni límites.
Por todo ello, una definición de las relaciones internacionales, de acuerdo con nuestro contexto actual, sería: conjunto de interacciones permanentes entre actores estatales y no estatales, sub-estatales, transnacionales e individuos, que traspasan las fronteras territoriales de los Estado y se articulan con arreglo a procesos regularizados. Pueden ser más o menos fluidas o profundas, responder únicamente a intereses económicos o comerciales o, incluso, consagrar un conjunto de valores de respeto común mediante normas e instituciones concretas más o menos desarrolladas, más o menos eficaces. Pero una cosa es clara en el siglo XXI: los Estados no son el único actor, aunque sí la pieza angular en la configuración de las estructuras y dinámicas constitutivas del marco internacional. En sí mismas, las relaciones internacionales son la máxima expresión de la sociedad internacional, en la que podemos distinguir tres realidades compositivas, no excluyentes, en su seno: el sistema político-diplomático, configurado por Estados, organizaciones internacionales y sus relaciones; el sistema transnacional, integrado por Multinacionales, ONGS, grupos terroristas, etc., y sus relaciones; y la sociedad humana articulada por los individuos y las relaciones que entre ellos se producen. Todas ellas, son objeto de análisis y estudio por el internacionalista.
11 de abril de 2011
Diplomacia Joven
ARTICULO INTERESANTE A LA PAR QUE CONCISO, DIFICILMENTE SE PUEDE CONDENSAR EN TAN POCAS LINEAS LA EVOLUCIÓN DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES EN LOS ÚLTIMOS SIGLOS.
ResponderEliminarANIMO Y CONTINUAR ASÍ.
INTERESANTE INICIATIVA, INTELIGENTE Y DIFERENTE.ANIMO. SOIS MUY BUENOS.
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