Con la llegada de la democracia a Portugal el 25 de abril de 1974 tras la revolución de los claveles y la celebración de las primeras elecciones democráticas un año después, las relaciones con España, su país y compañero vecino, quien pese a la dictadura franquista del momento reconoció al nuevo régimen luso junto con Brasil y EEUU, comenzaron a experimentar cambios sustanciales, sobre todo, con posterioridad a la ola de descolonización portuguesa de los años sesenta y setenta, la inserción de España en la OTAN, la constitución de la democracia española y la entrada de ambos países como socios en el marco del proyecto común europeo. El ingreso tanto de España como de Portugal en la Comunidad Económica Europea, lo que tuvo lugar el 1 de enero de 1986, determinó la normalización de las relaciones entre las dos naciones, aunque ya inmersas en un período previo de transformaciones en muchos sectores, así como la adopción de políticas comunes y de un mismo mercado. Sólo a partir de entonces las relaciones políticas desembocaron en un terreno económico y cultural gracias a la nueva dimensión comunitaria.
Portugal es una República semipresidencialista articulada entorno a una pluralidad de distritos y dos regiones autónomas concretas: Madeira y las Azores. Los cinco órganos principales de la política portuguesa son el Presidente de la República, el Primer Ministro, el Consejo de Ministros o gabinete de gobierno, la Asamblea de la República y la judicatura, cuya máxima instancia es el Supremo Tribunal de Justicia. Históricamente, ninguno de los dos pueblos ha ido a remolque de los intereses del otro en prejuicio sensible de los suyos. Pero hoy, los elementos históricos y psicológicos que sí han conducido nuestras relaciones tradicionalmente están siendo sustituidos progresivamente por los propios de una estrecha cooperación, como dos estados socios europeos, en asuntos políticos y culturales, proyectos punta para la integración e interdependencia de ambas economías, así como por unos fuertes vínculos de amistad al más alto nivel que llegan a decidir en muchos aspectos de su respectiva acción exterior.
Así pues, el análisis del contenido más destacado de las relaciones bilaterales entre España y Portugal durante el período de los ochenta hasta nuestros días, configura el objeto del presente artículo, para comprender el grado de interdependencia de ambos países y de lo que actualmente representan ambas naciones para sí, con la finalidad de que el lector tenga una idea de la importancia y especialidad de éstas en la actualidad. No sólo en términos bilaterales, si no también en el contexto comunitario, pues el proyecto de la UE ha sido y es el moldeador fundamental de las relaciones luso-españolas, que siempre han estado marcadas por una histórica dinámica de enfrentamientos, alianzas, conquistas, negociaciones y tratados. Comenzaremos por una breve introducción histórica.